Porque no falta quien, al no ser exitoso en “la vida real”, no ES valorado por el mundo y está acomplejado por eso.
Cuando se les da un mínimo espacio en la parroquia, un pequeño servicio, ellos se sienten atraídos por primera vez a un lugar en donde sí se les toma en cuenta. Por fin los tontos “brillan”.
Las mentes pequeñas sacan sus frustraciones en la iglesia.
Claro, ellos no se saben psicoanalizar. Ellos viven y ya.
Hay tanto vacío en sus vidas, que es en el grupo de la iglesia donde se pueden sentir vistos y escuchados. No en ningún otro lado.
Esta observación puede sonar muy cruel, pero es una realidad que le hace mucho daño a los grupos parroquiales.Porque el susodicho se siente empoderado, se siente realizado y confunde servir con ordenar. Confunde el “yo hago lo que quiero” con el “debo hacer lo mejor para todos”.
La soberbia espiritual existe (decían mis amigos de DOBLE AA).
Comprobado está: cuando salga de su Centro Parroquial este individuo trastornado con la realidad alterada volverá a “al abismo de su triste realidad”.
De hecho, estos personajes son los que con el paso del tiempo no vuelven a los grupos parroquiales porque tarde o temprano Dios les desenmascara su “falso proceder”.
Sí, ellos estaban ahí por un interés: interés en ser vistos y escuchados; y en algún momento, por su baja autoestima, en algún punto se desviaron y dejaron de tener en cuenta de que iban a servir.
Pero las cosas de Dios son diferentes:
Tarde o temprano el que está por motivos superficiales y no espirituales se termina yendo.
No peleen por un puesto en la iglesia. Peléense por un puesto político, una dirección corporativa en la Coca-Cola o un programa en Televisa.
En fin, dejemos a Dios poner en su lugar a estos fracasados de la sociedad que oxidan el servicio de los demás.





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