jueves, 20 de noviembre de 2025

CARTA DESDE EL OTRO LADO DEL MUNDO PARA JOSÉ ANDRÉS CALDERÓN Por Fernando Martínez

Hola, Andrés: te saludo desde el otro lado del mundo.

Estas líneas no se tratan de mí, pero te pido licencia para, como escritor, volcarme por momentos en mi persona, pues tendré que expresarte mi testimonio, experiencia, sentimientos y sinsabores.

Permíteme contarte que redescubrí el Rosario Mariano en el año 2015. 

Por un diagnóstico de cáncer, depresión crónica y la muerte de mi padre, regresé a la misa diaria y a la Hora Santa de los miércoles por las tardes; también, al final de la Eucaristía de los jueves un grupo de señoras se congregaba en el Rosario

Digo que lo redescubrí porque de niño lo recé para mis compañeros de mi primaria católica; el que llegaba primero lo encabezaba. Yo vivía en el mismo sitio que la escuela, no por ser hijo del conserje, sino por ser nieto de la directora y dueña; así que ganaba el privilegio de llevarlo. Así lo hice desde mi tercero a quinto de primaria. 

En el año 2017 viví en Chicago donde lunes, martes y miércoles pude conectarme con LA MADRE DEL CIELO en la catedral de esa cosmopolita ciudad. 

Al regresar a mi ciudad en el año 2019 me entró el deseo de rezarlo a diario en comunidad; fue entonces que la única manera era hacerlo sería en la Catedral de mi ciudad. Así lo hice y fui “el segundo a cargo”; es decir, yo le contestaba “las respuestas del pueblo” a la responsable por el micrófono mientras ella llevaba el rezo.

Noté que después de los rosarios mi intelecto se iba aclarando. La inspiración de escribir renacía con un toque de sabiduría celestial. La paz, la paz verdadera, no la que da el mundo, que viene de lo alto, la conquistaba por unos instantes. Siempre concentrado. Creo que así lo logran los drogadictos cuando se “meten en su viaje”. A mí también me gusta volar con el Avemaría.

Los padres de la responsable y también amiga mía murieron, y ella tuvo que irse de la ciudad, pues había heredado la casa de sus progenitores. Ella me dejó de “encargado del Rosario” y es fecha que yo lo llevo después de la misa de 12.

En la pandemia me di cuenta que en “la aventura del Rosario” no estaba solo. Que había más gente enamorada de María; y que , como Eduardo Verástegui, como Luz de María, Rafael Díaz y otros católicos por el mundo estaban utilizando los medios digitales para hacer maravillas.

Ya no quiero hablar de mí, aunque te recalco que este texto está impregnado por mis opiniones, sentimientos y preguntas. 

Ahora quiero dedicarte las siguientes palabras.

¡Estás loco, Andrés!, estás loco por Jesucristo y su Madre.

Siento que, si por un momento yo me saliera de este planeta, y me pusiera a lado de nuestro Señor Jesucristo a mirar desde arriba el mundo junto con Él, le preguntaría:

—¿Qué opinas de Andrés?

¿Y sabes? Él no me contestaría ni una palabra. 

Pienso que sólo sonreiría por la tierna pregunta, pero también porque tú le provocas ternura. Asentaría con la cabeza en señal de una amorosa aprobación por lo que estás haciendo.

¿Hasta dónde vas a llegar Andrés?, ¿a dónde vas? ¿En qué terminará tu vida mundana? 

A veces creo que no te ataca el enemigo tanto como lo hace conmigo, porque a veces yo siento desmotivarme, pero tú nunca. Por eso, más te admiro.

Sí, Andrés: ¡hiciste un lío! Vaya que haces líos. 

Te enamoraste de la Mujer que aplasta a la serpiente.

Lograste hacer visible lo satánico que hay en la política que nos gobierna. En México parece pasar lo mismo. 

Inspirado por ti, me gustaría pararme en el zócalo capitalino de la Ciudad de México, y teniendo como escenario el fondo de la Catedral Metropolitana, la Bandera de México y el Palacio Nacional, rezar un Rosario con micrófono y bocina. No sé si los gobiernos comunistas de la jefa de Gobierno de la CDMX y el de la presidenta Claudia Sheinbaum lo soportasen.

Imagino lo orgullosos que están tus padres, tu familia y amigos.

Por cierto, ¿tienes amigos? 

Yo creo cada año me voy quedando más solo. Creo que el Rosario te da muchas bendiciones, pero igual muchas cruces. Decía Sor Faustina en su diario que “el enemigo, cuando no te puede atacar directamente, te ataca por medio de las personas”.

Gracias Andrés, por ser el lujo del catolicismo. Por ser la prueba de que la oración por las vocaciones es escuchada; porque en ésta se pide para que Dios le dé más consagrados a su Iglesia, pero también pedimos por las vocaciones laicales: y tú eres una respuesta, eres nuestro lujo. Eres nuestro Messi de nosotros los laicos.

¿En dónde acabarás, Andrés? 

Ya sea que decidas encerrarte en una oficina entre ordenadores y papeles; ya sea que decidas irte a viajar por el mundo o ser misionero del África; que el Señor nunca te abandone.

Que la Madre del Salvador te arrope en los momentos en que quieras llorar.

¡Ya hiciste historia! 

Por siempre quedará registrado en la vida de España y del catolicismo que un joven se atrevió a desafiar a las autoridades políticas y hasta eclesiásticas en una avenida llamada Ferraz.

Yo, mientras, seguiré pendiente de tu canal de YouTube, como el fan que espera el siguiente proyecto audiovisual de su actor predilecto, o quien espera el siguiente álbum de su cantante favorita.

No hace falta terminar esta carta poniendo “QUE EL SEÑOR Y SU MADRE TE BENDIGAN”, porque siento que ya lo están haciendo. 

Al morir, Cristo te hará ver todo el bien que hiciste y que humanamente te fue imposible ver.

Creo que ya te lo había escrito, pero qué más da: 

Espero que Dios “nos mande muchos andreses” que no vean por sus propios beneficios, sino que se lancen a la aventura (no siempre bien remunerada) de defender la fe. 

Andrés, viendo tu peinado, creo ver al niño bien portado que se llegó a formar en el colegio y que “la buena educación” ha dado este resultado.

Si puedes, haz oración por México para que algún día podamos tener como presidente de la República a un verdadero católico que rece el Rosario. Ya no quiero más masones en el poder. Ya no quiero abortistas ni ateos en los altos puestos políticos.

Decía William Shakespeare que “la locura de los grandes no debe irse”; yo creo que debes hacer más locuras, Andrés. Ya vimos que sí sirves para eso.

Te abrazo a la distancia. 

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