Lo he leído en las revelaciones privadas que la Virgen invita a la confesión, LA VISITA DEL SAGRARIO y el rezo del Santo Rosario.
En sus diversas apariciones, NUESTRA MADRE NOS AFIRMA que Jesucristo está solo en los sagrarios. Y por eso la importancia de que clérigos, laicos y religiosas pudieran convocar a la feligresía a ACOMPAÑAR AL SEÑOR EN LOS CENÁCULOS.
Jesús decidió estar encerrado en una humilde (e insignificante para el mundo) hostia.
Un día pensé:
Yo soy parte de la iglesia, soy parte de este cuerpo místico que su cabeza es Cristo. Entonces yo también tengo responsabilidad y deber de decirle a cualquier hermano católico que cuando se sienta mal, depresivo, neurótico, enojado, triste, visite el sagrario; ya que el propio Jesús afirmó:
“Vengan a mí los que estén cansados y afligidos y yo los haré descansar. Lleven mi yugo y aprendan de mí, que soy manso y de corazón humilde. Así hallarán descanso para el alma” (Mateo 11:28-29)
Imitando a la Virgen reflexiono en silencio. Callo y recapacito. Dejo pasar el tiempo, ese tiempo mundano.
Si alguien “del mundo”, externo, me viera dentro del Sagrario para él parecería que nada más estoy volteando a ver las paredes; pero para Dios-Hijo, El Señor, Él, me está curando, me está sanando física y mentalmente.
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